NEIL HALSTEAD vs THE VELVET UNDERGROUND & NICO

El británico Neil Halstead nos visitará en marzo acompañado de una sólida formación, para, siguiendo el orden original del disco, interpretar las canciones de The Velvet Underground & Nico (1967), obra emblemática de la historia del rock. Un título que debido al reciente fallecimiento de Lou Reed ha vuelto a ser estos días objeto de multitud de alabanzas, recordatorios y guiños históricos. Que Halstead pensara en él como primera opción, al proponérsele la pasada primavera escoger un álbum ajeno que versionar en directo -la gira se cerró definitivamente hace más de un mes-, va más allá de la casualidad. Se trata más bien un caso de justicia poética y/o de lógica aplastante, habida cuenta de que estos conciertos de Neil formarán parte del ciclo We Used To Party, ese en el que alguien toca entero un disco que no es suyo pero que sí es el que más le hubiera gustado componer, el que más le ha marcado en su carrera, el que aún le resulta más relevante por uno u otro motivo, el primero que se compró o que quiso comprarse. Y cualquier melómano que se precie sabe que The Velvet Underground & Nico es un muy firme candidato a cualquiera de esos apartados desde hace muchos lustros.

Cuando nos referimos a Neil Halstead estamos hablando del tipo que se encargó del timón de Slowdive y Mojave 3, de alguien que lleva dando guerra desde principios de los 90, siempre bien situado en esas encuestas que cuelgan medallas al Mérito Musical. De alguien que desprende respeto. Despuntó en los albores del shoegaze en el Reino Unido al frente de Slowdive, una de esas bandas de culto indie por antonomasia. Fueron más un grupo de sonidos que de canciones, de ahí, seguramente, que remataran su carrera con un gran disco ambiental. Peor para entonces Halstead ya tenía en la cabeza otras intenciones y las plasmó en Mojave 3, la siguiente formación que comandó a partir de mediados de los 90. Ahí aspiró, sin revivalismos miméticos, el country-folk que asciende como vapor de agua a través de los ríos de Bob Dylan y Neil Young y volvió a marcar otro devenir, esta vez el de la americana con pasaporte británico. Coincidiendo con el final de esa historia inició su etapa en solitario, en la que ha intercambiado los citados ríos (Dylan, Young) por los de sus paisanos Nick Drake y Bert Jansch. Una apuesta con la que ya ha parido tres discos desde 2002, el último de ellos Palindrome Hunches (2012).